Con un uso más que cotidiano, el papel de aluminio no falta en las cocinas. Entre muchos otros fines se encuentra el empaquetar bocatas de niños y mayores para la merienda, como base para cocinar en el horno facilitando su limpieza o para envolver alimentos expuestos a altas temperaturas y cocinarlos a falta de más útiles culinarios.
Son muy variados los usos que se le han atribuido al papel de aluminio. Pero, ¿realmente sabemos identificar los beneficios para la conservación de alimentos que conlleva su utilización? Vamos a enumerarlos:
A pesar de ser un material muy ligero consta de una gran resistencia y dureza, por lo que es ideal para envolver diferentes formas y tamaños, ya que se adaptará al cuerpo a cubrir, empaquetar o cocinar.
- No permite que pasen luz, humedad, gases, bacterias u olores. Esta cualidad le permite conservar en óptimas condiciones los alimentos.
- Al igual que no permite que entre el olor a los alimentos que se conservan, tampoco deja que salga el olor, siendo una buena opción para la preservación de alimentos como el pescado.
- Como dijimos en el primer punto, se utiliza para cocinar ¿Cómo puede ser eso? Sencillo, es muy buen conductor del calor.
- Conserva en perfecto estado los alimentos en el congelador manteniendo su frescura durante más tiempo que si se realiza en papel normal.
Aunque claro está no todo puede ser bueno, los inconvenientes de su uso alimentario recaen en su facilidad para ser agujereado y rasgarse. En productos de gran acidez como el tomate puede producirse una migración del aluminio, por lo que hay que tener cuidado, en el resto de alimentos no hay nada de qué preocuparse.
Si tuviéramos que añadir un último inconveniente de este material de conservación es el impacto negativo que produce en el medioambiente ya que no es un producto biodegradable. La buena noticia es que se recicla 100% sin fecha de caducidad.